Todos conocemos el mundo de las acciones de empresas, donde puedes comprar una acción y después venderla, según sea tu expectativa sobre la compañía. Son operaciones, por decirlo de alguna manera, “de un sólo sentido”. Con las opciones financieras el universo de posibilidades que se abre es inmenso. De hecho, es la herramienta más utilizada por los inversores profesionales. 

¿Te imaginas comprar una compañía que tienes analizada con un descuento sobre su precio de cotización u obtener “rentas” mensuales con una sencilla operación de “venta de calls”?  

Muchos inversores encuentran complicadas las opciones financieras. Y no les culpamos. Es cierto que parte de su terminología es “nueva y compleja” y la mayoría de las veces se aborda con demasiada teoría. Y la teoría es necesaria, no seremos nosotros quien lo niegue, pero para aprender de verdad hay que ahondar en las ideas desde un punto de vista práctico, con ejemplos reales.

Una de las características de nuestra formación en opciones es la cantidad de ejemplos prácticos que ponemos en los cursos. Analizamos activos y estudiamos qué estrategias, simples o complejas, más idóneas para mejorar la rentabilidad o minimizar las pérdidas.