Una crítica sobre una parte de «El Método Wyckoff» (la parte emocional)

Todos los ámbitos del conocimiento deben estar siempre en constante proceso de revisión. Cuando escribí “El Método Wyckoff” uno de mis objetivos fue precisamente ese, el de intentar transmitir el mensaje de que las propias ideas de Wyckoff, y del Trading en general, siempre son susceptibles de tener críticas, matizaciones o aportaciones que las evolucionen y completen. Y ya no solo porque el conocimiento no es estático, sino porque yo mismo podía haberme equivocado, o no estar del todo preciso, en alguno de los planteamientos que hacía.

A lo largo de este año, he recibido algunos feedback de lectores que me han ayudado muchísimo en esta línea. Recuerdo, por ejemplo, una conversación con José Antonio Herrera (operador experimentado que utiliza VSA y Wyckoff en la toma de decisiones) que me ayudó a reflexionar sobre ciertos aspectos sobre los que había escrito. No porque en su esencia estuviesen equivocados, sino porque podían transmitirse o enfocarse de una manera mucho más efectiva. Probablemente todas estas mejoras serán las que trate de plasmar en un próximo libro, pero eso será más adelante. He tenido más, y todas muy constructivas.

Precisamente hoy quería compartir con vosotros una de ellas. Es de una amiga, de Málaga. Ella se llama Beatriz Aguilar Guerrero y tiene un Master en Neuropsicología y Educación. Beatriz actualmente dirige su propio taller especializado en Neuropsicología (Neuroaprende, http://www.educacip.org/taller-neuroaprende-re-educacion-neurofuncional/). Además, su marido casualmente también invierte en Bolsa, así que el mundo del trading y la especulación financiera le pilla bastante de cerca y sabe de lo que habla.

Los que habéis leído mi libro sabéis que es un libro de tipo técnico. Cuando estuve organizando los contenidos no tenía muy claro si incluir o no reflexiones del tipo emocional (lo que conocemos como psicotrading). Me persuadía básicamente que esa no es mi área de especialización y que a nivel personal siempre me interesó más lo técnico. Pero al final me lancé. Pensé que sería bueno dedicarle, al menos, unos últimos párrafos para advertir al lector de que en la Bolsa toda decisión de inversión siempre pasa por el filtro de la emoción, y eso hay que saberlo.

La crítica de Beatriz no es que desmonte esta idea, pero si que la reorienta en la dirección correcta desde el punto de vista académico. Y eso es muy importante.

He pensado que para evitar meter la pata lo mejor sería transcribir su escrito literal. Aquí está:

—– & ——

Estimado Enrique,

Mandarte algunas matizaciones sería complicado, más bien habría que darle toda la vuelta a la argumentación. Te diré por qué, y lo haré con todo mi aprecio y cariño.

La parte del cerebro triuno de Paul McLean está bien, pero algo incompleta.

En la base más primitiva del cerebro triuno están: el cerebro de pez que se ubica en el tronco del encéfalo y se encarga de las funciones vitales, los reflejos primitivos, el tono muscular y la atención de entrada o sistema de activación reticular. También está en esta categoría el cerebro de reptil, formado por el cerebelo (ritmo, precisión del movimiento, automatización de lo aprendido y conexión con las áreas del lenguaje) y los ganglios basales (reflejos posturales e inhibición del movimiento).

En el cerebro mamífero se encuentran las emociones básicas: según Antonio Damasio son: ira, miedo, tristeza, asco y alegría. Otros autores añaden sorpresa. Aquí es donde aparece el cuidado maternal, el aprendizaje a través del juego y la memoria a largo plazo.

Después se desarrolla el cerebro humano: funciones superiores (atención consciente, memoria ejecutiva, funcionamiento ejecutivo y lenguaje. Dentro de las funciones ejecutivas están: flexibilidad mental, capacidad inhibitoria, memoria operativa, fluidez, adquisición y formación de nuevos conceptos, metacognición o planificación conciente del proceso de aprendizaje, planificación de decisiones y estrategia de acciones, y velocidad de procesamiento. (Lóbulos frontales).

El proceso de maduración del SNC va desde abajo hacia arriba y desde atrás hacia delante. Para que los sistemas superiores (cerebro humano) tomen el control es necesario que los sistemas inferiores (cerebro mamífero, reptil y de pez) hayan madurado correctamente de lo contrario los sistemas inferiores seguirán teniendo el control del funcionamiento del cerebro e interfieren y obstaculizan el funcionamiento del resto del sistema.

Todas las decisiones que tomamos son el resultado de la actividad del Sistema Nervioso Central en su conjunto y el equilibrio de los tres cerebros. Toda y cada una de la información de entrada pasa por el sistema límbico, así como la información de salida. La madurez del sistema límbico va a influir en todo el proceso de procesamiento de la información, desde su entrada hasta su salida.

Las emociones que se dan en el sistema límbico son inconscientes y no podemos actuar sobre ellas, no se pueden inhibir. La interpretación que realiza los lóbulos frontales, que sí son conscientes, de esas emociones es lo que llamamos sentimiento y sí es modificable. De la madurez del sistema límbico dependerá que los centros superiores en este caso los lóbulos frontales puedan tomar el control o no, o lo hagan solo parcialmente.

Para que todo este proceso sea adecuado es necesario por lo tanto que los distintos cerebros hayan madurado y estén bien conectados y/o coordinados y equilibrados.

Cuando hablas de la heroicidad, no depende sólo de la educación en valores, sino que es un resultado de la intervención del sistema límbico o el cerebro mamífero que regula la conducta de supervivencia del grupo. Cuanto más maduro y conexiones sinápticas tenga el sistema límbico mayor será la capacidad de reacción adaptativa del individuo al grupo. Cuanto menos maduro esté el sistema límbico mayores dificultades tendrá una persona para ser independiente, para tener curiosidad por lo que le rodea, para interaccionar socialmente, y relacionarse correctamente; ya que o bien carecen de sensibilidad emocional o son emocionalmente impulsivos, y reaccionan exageradamente o con rabia.

Con todo esto, la Teoría del Iceberg de Peio Zárate no tiene mucho sentido. Ya que el comportamiento, es decir, lo que se ve, es el resultado de la interacción de todo el cerebro. Las emociones del sistema límbico impregnan toda la información que entra y la que sale y se encuentran en la base de todo el comportamiento que variará en función de su madurez, es decir, de las espinas dendítricas y las conexiones sinápticas que se hayan formado desde el nacimiento.

Para saber un poco más te aconsejaría la lectura de dos libros: «The Human Mind and How to Make the Most of it«, de Robert Winston (Chartered Institute of Personnel and Development) y «Neurocultura: Una Cultura Basada En El Cerebro«, de Francisco Mora (Alianza Editorial). En Neurocultura, de la página 103-128 habla de Neuroeconomía, y es muy interesante.

Scroll al inicio